Muchas personas siguen creyendo que ir a un psicólogo denota fragilidad, que uno no es lo suficientemente fuerte para resolver sus problemas.
En general, asusta mostrarse vulnerable en nuestra sociedad. Pensemos en situaciones de la vida cotidiana: ¡Cuántas veces no nos atrevemos a preguntar una duda en una reunión de trabajo! Y ocurre que, cuando es otro quién pregunta la misma duda que teníamos, nos sentimos agradecidos y aliviados, y en ningún caso pensamos que esa persona es débil. Aunque parezca contradictorio, lo cierto es que, mostrar la propia vulnerabilidad requiere mucha fortaleza.
Pues bien, hay momentos en la vida en los que cualquier persona puede sentir que una situación le sobrepasa; o bien arrastra desde hace tiempo la sensación de no "avanzar" en determinado ámbito de su vida: relación de pareja, estudios, trabajo...
A veces uno opta por “ponerse una coraza” que le permita seguir adelante y no sentir el dolor. Y a veces esto funciona. Pero también sucede que, la coraza que nos protege contra el dolor, no nos permite sentir con plenitud la parte amable de la vida.
Llevo trabajando como psicóloga desde el año 2005. La experiencia me ha mostrado que sentirse mejor es posible, y que un trabajo psicoterapéutico cercano, pero de máxima seriedad y rigor profesional, puede ser de gran ayuda ante diversos problemas.
Normalmente, se trata de un proceso que consta de varios momentos o fases:
contacto, primera entrevista, valoración y, si es pertinente, psicoterapia.
En esta primera entrevista, se explora el motivo de consulta y se recoge información relevante sobre el paciente:
Se trata de una toma de contacto que me permite:
En una serie de entrevistas completo la información necesaria para poder decidir si es necesaria una psicoterapia y cuál sería el enfoque más conveniente. Tras las entrevistas de valoración, hablo con el paciente sobre la información recogida:
La psicoterapia es un acompañamiento al paciente en la tarea de intentar cambiar aquello que le hace sufrir.
Algunos de los síntomas que pueden aparecer en un episodio depresivo son: Pérdida de interés o de la capacidad de disfrutar, falta de vitalidad o fatiga, sentimientos de inferioridad, culpa, dificultad para concentrarse, alteraciones del sueño y el apetito.
Normalmente se hace una sesión a la semana durante el proceso de evaluación.
En la fase de terapia dependerá de la interferencia del problema en la vida del paciente. Normalmente se aconseja una sesión semanal al inicio. Más adelante se va disminuyendo gradualmente la frecuencia de las sesiones.
La duración de una sesión, es de 50 minutos.
Dependerá del grado de severidad o intensidad del problema o problemas. En caso necesario, se deriva a un psiquiatra que es el que pude recetar fármacos.
No, se trabaja en el pasado, en el presente y el futuro. Pero a pesar de esto se necesita evaluar muchos aspectos del pasado para entender pensamientos, emociones y conductas del presente y así poder modificarlas haciéndolas más adaptativas. No es necesario que hayamos sufrido traumas para tener problemas psicológicos.
La labor del psiquiatra y del psicólogo son complementarias, ya que ambos trabajan en el ámbito de la Salud Mental.
La diferencia principal entre una y otra es que la formación de base de los psicólogos clínicos es la psicología (los procesos mentales y la conducta humana) y la de los psiquiatras es la medicina (el cuerpo humano).
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